domingo, 1 de abril de 2012

REMEMBRANZAS EN TIEMPO DE SEMANA SANTA Abril 1 del 2012 Part I


REMEMBRANZAS EN TIEMPO DE SEMANA SANTA
Abril 1 del 2012

Part I

Por Manuel Prieres

--”¡Vaya! Nos quitan al padre Meurice, y nos mandan en su lugar a este cura chiquitico...”

Era Dagoberto Rodríguez.

Días aciagos aquellos en que la Revolución Cubana se tornaba marxista “porque había que dar un escarmiento a nivel nacional a los curas falangistas”...

Un mediodía del 17 de septiembre de 1961, fueron embarcados cientos de sarcerdotes, monjas y demás religiosos en el vapor Covadonga; expulsados violentamente de Cuba por el regimen revolucionario que ya desde abril de 1961
de ese mismo año, a raíz de la invasión de Girón, se había proclamado SOCIALISTA
en labios del propio Fidel Castro en una multitudinaria concentración pública.

Como consecuencia la ciudad de Guantánamo se había quedado sin religiosos católicos. Los Paules, los Hermanos de La Salle, las monjas del Colegio Teresiano, habían sido expulsados al mismo tiempo que sus escuelas y propiedades intervenidas por el gobierno SOCIALISTA. Solamente sobrevivía la Iglesia de Santa Catalina de Ricis gracias a la Valiente acción de Pepito Menen, un católico ferviente y práctico que frecuentaba con asiduidad la Casa Parroquial regenteada por sacerdotes Paules y que ahora habían sido expulsados por los comunistas, quien tuvo a bien quedarse con las llaves que abrían la iglesia en el Parque Martí y por nada del mundo se las entregó a los comunistas. Asimismo, con el paso de los días, Pepito Menen comenzó abrir la iglesia para rezar únicamente el rosario acompañado por una docena de mujeres muy mayores en edad. El resto de la comunidad católica se habría de retirar de los oficios religiosos, en primera porque no habían curas, y en segundo lugar porque el terror comunista frente a todo lo que oliese religioso era perenne. Incluso varios líderes seglares habían caído presos.

Junto a Pepito Menen, una valiente católica (Bebé) enfrentó tambien estoicamente la prueba de asistir a la iglesia.

Todo esto al tiempo que frente a la iglesia y al Curato se daba cita una turba de milicianos profiriendo insultos y diatribas: “¡Fuera los curas falangistas!” ¡Abajo los buitres con sotana!” “¡A poner a trabajar a los “niños góticos...falderos de los curas!”.

Así, día tras día, en lo que sería recordado como el mes de “Septiembre de la Herejía”.

En aquellas circunstancias, y como la comunidad Católica de Guantánamo se había quedado sin sacerdotes, el arzobispo de Santiago de Cuba, Pérez Serantes, decidió enviar una vez por semana, específicamente los fines de Semanas, un sacerdote para que realizase los oficios y atendiese a la feligresía. Resultó ser un sacerdote de pequeña estatura, mulato, con mirada noble pero llena de firmeza. Tenía hablar pausado y culto. Era el padre PASTOR.


Así las cosas el padre Pastor iba los domingos, desde Santiago de Cuba, a Guantánamo para realizar él solo, en días que se les hacían interminables, la agotadora tarea de confesar, bautizar, bodas, oficiar la misa... y todo lo demás que le cayese.

En uno de aquellos domingos maratónicos, DAGOBERTO, junto a varios jóvenes
más de Guantánamo, a pesar de lo que representaba de peligroso para un joven
aventurarse a entrar a una iglesia, decidió participar en la misa que hasta entonces
solamente era asistida por Pastor, Pepito Menen y algunas viejas del pueblo. Y en una oportunidad que DAGOBERTO hacía cola para confesarse con Pastor, y éste
anunciar que no podría continuar confesando porque tenía una boda pendiente, y que la iba a realizar a ocultas detrás de la sacristía, aún así el muchacho aguardó estoícamente a que Pastor finalizase con la ceremonia semi-clandestina y de nuevo volvía a la carga:”Padre, quiero confesarme”.

Esta vez Pastor accedió; pero hubo más, y fue al descubrir en aquel joven tanta disposición a CONTINUAR viviendo y actuando como cristiano a pesar de las adversas circunstancias a su alrededor, no titubeó en decirle:

--”Me gusta tu cabeza dura”. En estos tiempos el escenario es para tozudos y “cabezas duras” como tú. Te necesito. ¿Cómo te llamas? ¿Estarías dispuesto a ayudarme a organizar la Comunidad Católica en esta Parroquia?

La repuesta no se haría esperar:

--Sí padre, a sus órdenes.

CONTINUARA...

(Fragmento de la Novela “Senderos de Rocío y Sal” autor Manuel Prieres en las paginas 421-423)
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